precios fantasma

“Red Plenty”, en castellano “Abundancia Roja“, es una novelización de la historia de la teoria de optimización de Kantorovich, y en general de cómo se produjo el fracaso de los planes quinquenales, que poco a poco fueron frenando su impulso hasta agotarse a la entrada de los setenta, dejando esa URSS anclada en una especie de versión atea de la España de las peliculas de José Luis López Vázquez. Me entere de la existencia de la novela a partir del comentario que Three-Toed Sloth escribio para el seminario de The Crooked Timber, y desde luego que el comentarista, Cosma Shalizi lo borda.

En cuanto al libro en si, casualmente lo he leido en paralelo con otro que emplea la misma tecnica, “Estrella de la Mañana”, sobre Lawrence de Arabia y la implicación inglesa en el nacimiento de los estados arabes. Y seguramente por esta comparación, la parte narrativa se me ha hecho flojica, y eso que los Wu Ming no estan en su mejor forma.

La impresión, mas que una novela, es la de un libro del que hay que aprender algo. Yo no he sacado exactamente diez cosas, y algunas ya las habia aprendido en el viaje de estudios a Minsk en 1988; entonces sufrimos unos cuantos amigos en persona la dificultad de conseguir que un comercial sovietico te venda algo, por mucho que este en existencia y expuesto en el escaparate. En el libro se cuenta una de las paradojas de la fijación arbitraria de precios y objetivos: ocurre que una versión nueva de una maquina puede tener un precio inferior al modelo anterior; si el fabricante necesita cubrir un objetivo de ventas, intentara pues vender el modelo caro: el viejo –entiendase, ninguno de los dos esta en stock, los dos deben construirse–. El punto esta en que aunque el comprador este dispuesto, pues conoce las especificaciones de cada modelo, a pagar el mayor precio por el nuevo, ¡es necesario conseguir que contrate el viejo, porque no se le puede vender el nuevo modelo al precio mayor!

Spufford le da mas importancia a otra consecuencia de la fijacion arbitraria de precios: la matanza de Novocherkassk en 1962, causada por un aumento del precio de una carne que, se habia razonado, de todas formas estaba practicamente fuera de stock y por tanto igualmente inalcanzable para la mayoria de la población. Si cualquier comunista esta ya convencido de principio sobre el error de poner precio a las cosas, sucesos como estos desde luego refuerzan el convencimiento.

‘Oh, Profesor’, he said. ‘You have no idea what the wrong price can do’.

Y en ese panorama llegaban las ideas de Kantorovich, sugiriendo que la ignorancia, a la hora de repartir y asignar recursos, sobre los aspectos microscopicos de cada paso de producción podia solucionarse empleando tecnicas de curvas de oferta y demanda. ¡Precios! Sí, calculados por ordenador y ábaco, trabajados matematicamente y sin especuladores, pero sospechosamente precios al fin y al cabo. Y sin posibilidad de intervenirlos, hacia arriba o hacia abajo, por necesidades políticas.

Por lo que cuenta el libro, lo que se llegó a hacer, al final del plan, fue aceptar los argumentos sobre las ventajas de la contabilidad de precios, de las ventas, a la hora de fijar objetivos, y no dejar que una fábrica produjera tropecientas mil toneladas de acero, o que un tren transportara tantos millones de toneladas por kilometro, sin que nadie los necesitara, sólo por cumplir el objetivo. Pero sin llegar a implementar el cálculo matematico de estos nuevos objetivos ni de los valores unitarios de los productos; todo ello quedó en manos de los artistas del Gosplan, artesanos.

Tambien es llamativo el destino de la informática sovietica, que a la larga fue sustituida por la mera copia de máquinas de IBM con diez años de retraso. Spufford nos hablá, ya en las notas finales, de los informáticos de los sesenta en la ciudad de Akademgorodov y de las becas y los desarrolladores del colectivo “Fakel”. Me pregunto si el Chaos Computer Club aleman es una oscura referencia al Kofeinyi Klub Kibernetiki.

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